Imagínate esto: corres de un lado a otro, la agenda está llena, y tu cabeza solo piensa en una cosa… ¡comida! Pero no cualquier comida, sino esa pizza rebosante de queso o ese chocolate que parece llamarte por tu nombre. Tranquila, no es solo antojo, es tu cuerpo hablándote. Estrés y sobrepeso van de la mano, y cuando entiendes por qué, tienes en tus manos la clave para volver a sentirte bien.

Estrés + Sobrepeso = Un combo peligroso
El estrés no solo te deja agotada, también hace estragos en tu cuerpo sin que te des cuenta. No es coincidencia que cada vez más gente esté subiendo de peso. Según la OMS, en 2016 el 39% de los adultos tenía sobrepeso y el 13% eran obesos. Ahora, en 2025, después de pandemias, crisis y una vida en modo “carrera de obstáculos”, la cosa no pinta mejor.
Cuando vives con estrés crónico, tu cuerpo se pone en modo “supervivencia” y empieza a bombear cortisol como si estuvieras en peligro. ¿El resultado? Tu cuerpo decide que la mejor estrategia para protegerte es almacenar grasa, especialmente en el abdomen. Así que ese rollito terco que se niega a irse… puede que no sea culpa de la comida, sino del estrés que llevas cargando.
Las hormonas del estrés: Cortisol, el villano de la película
El cortisol es ese amigo traicionero que te dice: “Come esa dona, te la mereces”. Y claro, en medio del estrés, lo último que quieres es una ensalada. Tu cerebro está programado para buscar recompensas rápidas, y ¿qué mejor que azúcar y grasa para un subidón de energía instantáneo?
El problema es que cuanto más estrés tienes, más cortisol produces, lo que te hace subir de peso… y ese peso extra te genera más estrés. Es un círculo vicioso en el que el único ganador es el helado de chocolate.
¿Cómo el estrés afecta nuestros hábitos alimenticios?
Sabemos cómo va la historia: día caótico, energía por los suelos y la cocina ni en tus planes. ¿Resultado? Pedido de comida rápida en camino. El estrés nos juega sucio y nos lleva directo a estos hábitos:
- Comer de más: Porque una hamburguesa no es suficiente, y terminamos con papas, malteada y postre.
- Saltarnos comidas: “No tengo hambre ahora”, pero horas después estamos devorando lo primero que encontramos.
- Elegir comida poco saludable: Tu cuerpo pide energía urgente, y las verduras no parecen una opción atractiva.
- Comer sin pensar: Un capítulo de tu serie y de repente… adiós a la bolsa entera de snacks.
Y claro, si le sumamos pocas horas de sueño y cero ganas de movernos (porque, aceptémoslo, el gimnasio no es prioridad cuando estamos estresadas), el aumento de peso se vuelve inevitable.
Principales fuentes de estrés que nos hacen engordar
El estrés está en todas partes, pero hay tres tipos que nos persiguen sin descanso:
- Estrés laboral :Días de corre corre, plazos imposibles y reuniones que parecen no acabar nunca. Vivimos en modo “supervivencia”, y eso nos pasa factura… en la báscula.
- Problemas de dinero: Las cuentas no esperan, la inflación sigue subiendo y la billetera parece encogerse cada mes. Y claro, cuando el presupuesto es apretado, la comida rápida se vuelve la opción más fácil (aunque no la mejor).
- Estrés en casa: Conflictos con la pareja, días caóticos con los hijos o la tristeza de perder a alguien. A veces, sin darnos cuenta, buscamos consuelo en la comida, como si pudiera llenar esos vacíos emocionales.
Estrés crónico y enfermedades: No es solo cuestión de peso
El estrés no solo nos roba la paz mental y nos suma kilos, también nos hace más propensos a varias enfermedades. Algunas de las más comunes son:
- Hipertensión y problemas cardíacos – Porque el corazón también sufre con tanta tensión.
- Diabetes tipo 2 – El estrés altera los niveles de azúcar en la sangre… y ahí empiezan los problemas.
- Ansiedad y depresión – No es solo cansancio, es esa sensación de que todo pesa más de lo normal.
- Problemas digestivos y colon irritable – Cuando el estrés aprieta, el estómago lo resiente.
- Sistema inmunológico débil – Más estrés, menos defensas… y ahí vienen los resfriados y otros males.
En resumen, el estrés es como un villano que ataca en todos los frentes.
¿Cómo romper el círculo vicioso del estrés y el sobrepeso?
El estrés no se va solo, pero la buena noticia es que sí hay formas de domarlo. Aquí algunos trucos que de verdad ayudan:
- Encuentra tu escape zen: Medita, respira profundo, haz jardinería o simplemente sal a dar un paseo. Tu mente y tu cuerpo te lo agradecerán.
- Muévete a tu ritmo: No necesitas hacer crossfit si no es lo tuyo. Un buen baile en la sala, una caminata al aire libre o un poco de yoga también hacen maravillas.
- Come con intención: No se trata de dieta, sino de elegir mejor: más frutas y verduras, menos comida chatarra. Y por favor, no te saltes comidas, que luego el hambre pasa factura.
- Duerme, en serio: Menos horas de sueño = más estrés y más antojos. Hazte un favor y date esas 7-8 horas que tu cuerpo necesita.
- No tienes que hacerlo sola: Si sientes que el estrés te está superando, hablar con un terapeuta o un coach de bienestar puede hacer la diferencia. Buscar apoyo no es debilidad, es inteligencia.
Conclusión: Transforma tu vida, como yo lo hice
Hubo un tiempo en el que el estrés y el cansancio eran parte de mi día a día. Me sentía atrapada en un ciclo que no entendía: poco descanso, malos hábitos, antojos constantes y una sensación de agotamiento que no se iba. Probé dietas, intenté hacer ejercicio sin ganas y nada parecía funcionar.
Hasta que decidí escuchar a mi cuerpo en vez de pelear con él. Entendí que no se trataba solo de comida o ejercicio, sino de un cambio profundo, de aprender a manejar el estrés, nutrirme con intención y reconectar conmigo misma. Paso a paso, sin presionarme, fui transformando mi bienestar.
Y aquí estoy hoy, sintiéndome mejor que nunca, con más energía, claridad y equilibrio. No fue magia ni suerte, fueron herramientas concretas que cambiaron mi vida. Y ahora quiero compartirlas contigo.
Así como yo pude, tú también puedes. Te acompaño en este camino con una consulta naturista personalizada. Juntas encontraremos la mejor manera para que recuperes tu bienestar.
Con amor,
Pamela Bernal, NL
La Naturista.